El día empezó bien. Fuimos a por provisiones a un centro comercial que hay aquí al lado, me compré algo de ropa de abrigo, porque hace una rasca de mucho cuidado, intenté ver la clasificación de Fórmula Uno, pero cuando me puse me di cuenta de que en España era una hora menos, y ya casi había terminado… En fins.
Así que comimos (pienso seguir de momento horario español para las comidas) y tiramos para el centro en bus. Primer problema: los conductores de autobús no devuelven cambio, hay que darles el importe exacto. Una vez en el autobús ningún problema. Las dificultades comenzaron cuando llegamos al centro y nos dirigimos a una especie de oficina de bus para sacarnos el bono mensual.
“¿Y ahora cómo se dice bonobús en inglés? “, primer pensamiento de Fede. “Pues dile que te quieres sacar una bus card, a ver por dónde salen…” La cara de la tía de la oficina era para retratarla. Después de unos cuantos tiras y aflojas, lo conseguimos: ¡Prueba superada! Ya nos podemos montar en todos los autobuses que queramos (algo muy útil más adelante). “No, Fede, no pienso decirles el vueltón que dimos para llegar a lo de los autobuses”.
El centro de la ciudad muy bonito, con unos jardines muy verdes y muy escarpados, como todo por aquí. Así que después de escalar toda la Royal Mail hasta el castillo, cuya visita dejaremos para otro día, descendimos desde aquí hasta Princess Street por la colina escarpada donde están estos jardines.
Un descanso a mitad de la bajada y a seguir andando cámara al hombro, como buenos turistas. Ya habrá tiempo de intentar “involucrarse” con los lugareños.
Y nada, después de una gran espera, que no viene a cuento contar ahora, y en la que me entretuve echando fotos a todas las tonterías que veía, nos fuimos con unos colegas españoles a tomar unas pintas y a cenar. No os puedo decir nombres porque bastante tengo con intentar recordar siempre el nombre de mi calle. De momento, lo más normal del mundo, hasta que era ya tarde y decidimos volver al piso a dormir. Nos fuimos diligentemente hasta la parada del bus, y allí empezaron nuestras dudas. ¿Este autobús pasa por nuestra parada? Después de preguntarle al chófer, poner éste cara de estreñido, y hacer nosotros la técnica de un pasito p’alante, un pasito p’atrás, nos montamos en el autobús. Fijándonos mucho, eso sí, por la ventanilla, a ver si lográbamos reconocer nuestra parada. Claro… Obviamente, no la reconocimos. Después de un rato prudencial, y de ver un Lidl que no habíamos visto en el viaje de ida, decidimos que lo mejor era que nos bajáramos y coger el bus de vuelta, intentando fijarnos mejor (¡!). Nos bajamos… ¿Dónde? En mitad de una carretera desierta y oscura. No hay fotos, no estaba el horno para bollos en ese momento. Cuando pasó el autobús nos montamos, volvimos a preguntarle al chófer (en este caso una chofera), que puso la misma cara de estreñida. Así que nos montamos, nos quedamos al lado de la puerta para en cuanto viéramos el nombre de nuestra parada, tirarnos de cabeza, y funcionó. Sanos y salvos. Primera misión para hoy, apuntarnos el nombre de todas las paradas desde aquí hasta el centro.
3 comentarios:
Ummm que rapido empezais a provocar a los probres asesinos de turistas que van tranquilamente paseando por las carreteras oscuras y desiertas de Edimburgo... jejeje si es que os gusta provocar!!! :P
Killo ¿
la gente allí que come para tener todos esa cara de estreñidos?
El primer día y ya habéis acabado en una carretera en medio de la nada. Para la próxima vez, llevaros unas barritas de muesli para el chófer :D
Publicar un comentario